Tu Guía en Lanzarote

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Lanzarote, la isla que le debe su nombre a Lanzaroto Malocello

Lanzarote, la isla de Lanzaroto Malocello. Fotografía: Josechu Pérez Niz.

Lanzarote debe su nombre al navegante genovés Lanzaroto Malocello que alcanzó nuestra isla en 1312 y permaneció en ella casi dos décadas conviviendo con el centenar de aborígenes que poblaba la Titerogaca (denominación preeuropea de Lanzarote) antes de su conquista por la corona española en 1402. 

El Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Florencia, Franco Cardini, sostiene en el prólogo del libro que Alfonso Licata dedica al personaje que el hito del redescubrimiento de Lanzarote y Canarias por Lanzarotto Malocello «está considerado por algunos historiadores como un hecho excepcionalmente relevante dentro de la historiografía de los descubrimientos geográficos europeos, equiparable según algunos autores a la llegada de Vasco de Gama a la India o de Marco Polo a Asia».

En este sentido, Lanzaroto resultó un adelantado a su época (un siglo adelantado en concreto), adentrándose en los mares donde acababa el mundo, en el que sin embargo empezaba a barruntarse que podía alcanzarse Oriente (la India) navegando hacia Occidente. 180 años después de la arribada de Malocello a Lanzarote, Colón usó las Canarias como escala a su viaje a Oriente en el que tropezó con el nuevo mundo. 

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¿Qué hace un genovés como tú en una isla como ésta?

¿Qué se le perdió al genovés, proveniente de una familia de mercaderes de buena fortuna, para atracar en Lanzarote? Y no sólo eso, ¿qué motivó que permaneciera en ella casi 20 años de su vida? En su `Historia de Lanzarote´, Agustín Pallarés cita al autor contemporáneo Benedetto Tino Delfino quien en su `Dizzionario biografico dei varazzini´ (ciudad de Varazze), editado en 1991, se hizo eco de las antiguas crónicas que definían a Lanzaroto «como hombre acaudalado, navegante intrépido y gran aficionado a las empresas arriesgadas y a los viajes de exploración y descubrimiento de nuevas tierras». 

En la misma obra, Delfino indica que el genovés arribó en una pequeña embarcación bautizada con su propio nombre, pero en femenino, Lanzarota, y que otra de las motivaciones del viajero pudiera estar relacionada con la búsqueda de los hermanos Vivaldi, genoveses también, que precedieron a Malocello a finales del siglo anterior de travesía a las Canarias, pero que al parecer engulló el Atlántico sin más que se supiera de ellos. 

Derechos de conquista

Poco más se conoce sobre la estancia y acomodo de Lanzaroto en Lanzarote, salvo un escrito del historiador de la marina francesa Charles de La Rocière quien dejó reflejado una memoria redactada en 1632 por unos descendientes del genovés establecidos en Francia y que según recoge Pallarés «reivindicaban el mérito de primer conquistador de las Canarias para su ilustre antepasado, impugnando a Jean de Bethencourt en tal prioridad».

También hay constancia, esta vez recogida tanto por `Le Canarien´ (crónica de la conquista de un siglo después) como el `Libro del Conoscimiento´, de que Lanzaroto levantó una castillo en la isla, dándose por sentado que la conquistó. El mapamundi realizado por Angelino Dulcert en 1339 asignaba a Lanzarote el escudo de Génova en fondo blanco y cruz roja mientras que la coloración al resto de islas era diferente: Gran Canaria y La Palma de azul, el resto de ocre.

El Castillo de Lanzaroto

Agustín Pallarés afirma en su `Historia de Lanzarote´ que por lo que se sabe hasta la fecha el Castillo de Lanzaroto conforma "la construcción europea de este género más antigua del archipiélago canario". Sobre su existencia - prosigue Pallarés - "puede afirmarse que está garantizada, fuera de toda duda, por la cita que de ella hace `Le Canarien´ (…) un viejo castillo que Lancelot Maloisel (Lanzarote Malocello) había hecho construir hacía tiempo cuando conquistó el país (se entiende el año de su llegada: 1312)».

El castillo y su campo de cebada estaban muy lejos del futuro campamento de Rubicón de Bethencourt-De la Salle cuando se estableció en 1402 en las actuales playas de Papagayo (al sur de Lanzarote) e iniciaron la conquista, ya que según dejó escrito el cronista de la misma «los hombres que tenían que llevar la cebada recogida en las inmediaciones de este castillo al campamento de Rubicón caminaron mucho tiempo juntos». 

Otra referencia que recoge Pallarés al respecto de la fortaleza es la de Tomás Arias Marín de Cubas en `Historia de las siete islas de Canaria´ (1694) «al relacionar dicho lugar – escribe Pallarés – con el puerto de Guanapaio». Sobre la cita de Marín de Cubas, Pallarés se pregunta si el historiador leería puerto donde decía puesto en el documento del que tomó el dato. «Los lugares donde se apostaban los vigías para avizorar las costas en prevención de un desembarco pirático – sostiene Pallarés – eran justamente denominados «puestos» y precisamente sobre La Montaña de Guanapay hubo uno que por su proximidad a Teguise (en aquellos tiempos capital de Lanzarote) hacía de centro neurálgico». 

En busca del Castillo de Lanzaroto

Sobre la localización de la fortaleza del genovés, Pallarés da cuenta de conocimientos recientes. Uno, que data de agosto de 2004, cuando su hijo Agustín Pallarés Lasso descubrió en la altiplanicie de La Torre, la meseta que está adosada al volcán Guanapay por su lado sur, «un espacio de terreno que muestra señales inequívocas de haber servido de solar a un edificio de corte europeo de cierta magnitud, a juzgar por los restos que se veían desperdigados en él y sus proximidades, consistentes en abundantes trozos de cerámica de tipología aborigen y europea medieval».

Dos, el testimonio de un vecino de Teseguite, conocedor del entorno, que aseguró «haber oído desde muchacho a su padre y a otras personas del tiempo de su progenitor, que allí, exactamente en el terreno que ocupa este yacimiento, existió una «torre» (…) que con el tiempo y las labores de cultivo en arenados allí efectuadas han terminado por desaparecer».

Y tres, seguimos trascribiendo `Historia de Lanzarote´, «el descubrimiento en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas por José de León Hernández, arqueólogo profesional (…), de un testamento otorgado el 13 de octubre de 1733 por el matrimonio Domingo Ramos y Juana Perdomo, en una de cuyas cláusulas se dice: «Item declaramos tener dos fanegadas de tierras labradías donde dicen la Torre, lindando con el castillo viejo, que compramos a Juana Cabrera viuda de Domingo Sánchez».

De la ermita de Teseguite a los supuestos dominios de Lanzaroto

Contrastado el posible emplazamiento de los dominios de Lanzaroto, de su castillo y sus tierras, allá que fuimos partiendo desde la ermita de Teseguite (descarga la ruta). Son dos kilómetros que coinciden con el itinerario señalizado del Sendero del Mar al Río que une Costa Teguise con Famara

Ermita de Teseguite.
Ermita de Teseguite.
De este a oeste en busca del sur de la Montaña de Guanapay.
De este a oeste en busca del sur de la Montaña de Guanapay.
Lanzarote, la isla de Lanzaroto Malocello. Fotografía: Josechu Pérez Niz.
Acercándonos a donde supuestamente estaba levantado el Castillo de Lanzaroto.

Llegamos al punto exacto donde teóricamente estaba alzado el Castillo de Lanzaroto. En 1312 había aquí la nada: ni Teseguite, ni el Castillo de Guanapay que se adivina en la otra punta de la montaña, ni Nazaret, ni Costa Teguise ni Arrecife existían. 

Vista actual desde el teórico emplazamiento del Castillo de Lanzaroto.
Vista actual desde el teórico emplazamiento del Castillo de Lanzaroto.

Unos arenados abandonados que pudieron resultar la zona de cultivo de cebada del genovés y un arsenal de aulagas, tabobos y tabaibas componen el escenario. En un día que el alisio interrumpió sus vacaciones en este calmado septiembre de 2023, parece que Malocello interpretó correctamente dónde levantar su castillo, a resguardo del siempre molesto viento lanzaroteño. 

Sobre cómo se relacionó con la escasa comunidad aborigen, sobre cómo ocupaba su tiempo, sobre lo que hizo o dejó de hacer en sus casi 20 años en la isla a la que acabó dando nombre…nada se sabe. Aquí acurrucados a la vera tanto de su supuesto castillo como sus supuestos dominios, nos da por imaginar que Lanzaroto tan encantado quedó con la ínsula que abordó, que de facto se convirtió en el primer turista de Lanzarote descartando el retorno a sus rutinas genovesas. ¿Acaso no eran las Afortunadas? ¿Para qué viajar más? ¿Pica en Flandes? Pica en…Lanzarote, que dejó clavada Lanzaroto.

Para saber más

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