El Camino Natural de El Hierro, el GR-131, atraviesa la isla del Meridiano del noreste al suroeste uniendo Tamaduste con el Faro de Orchilla, próximo al Meridiano 0 decretado por el Cardenal Richelieu en el Siglo XVI y que ejerció como tal, como antiguo fin del mundo, hasta que en 1884 los ingleses lo hicieron suyo y fijaron Greenwich de referente cero para determinar los husos horarios.
Los exigentes 37 kilómetros se distribuyen en tres etapas, aunque como se verá, las circunstancias obligan a unir las etapas 2 y 3 y hacerlas del tirón en la misma jornada. El itinerario coincide con la mítica vereda de la Bajada de la Virgen de los Reyes pero en sentido contrario. Es decir, que en lugar de descender de la Ermita a Valverde se asciende desde la capital herreña al séptimo cielo, en Malpaso, donde danzan cuervos y silba el alisio, para acto seguido enfilar cuesta abajo primero hacia la Ermita y luego a la costa volcánica de Orchilla.
Sin embargo, antes de ponerse en modo Shackelton de bolsillo hay que aterrizar y dirigir los pies hasta Tamaduste, diminuto poblado costero privilegiado por su gigantesca piscina natural que baña el noreste de El Hierro. Y desde el borde de la laguna tamadustiense, ebrios del salitre que revolotea por el lugar, caminante, habrá caminos que andar.
Camino Natural El Hierro, Etapa 1: Tamaduste-Valverde
Casi 4 kilómetros llanos es el tramo que existe entre la terminal aeroportuaria y el punto de inicio del Camino Natural de El Hierro. Te recomendamos que evites el taxi y lo hagas andando para que el tren inferior vaya entrando en calor con vistas a lo que se te avecina. Ya de paso merodeas por este proyecto de iglesia que derivó en depuradora y vas familiarizándote con el paisaje de vinagreras, tabaibas, palmeritas y aulagas que puebla el escenario.
Serán 4,21 kilómetros para alcanzar Valverde, pero la distancia resulta baladí. Lo que debe tenerse en cuenta es que desde la décima zancada aproximada tras identificar el punto de inicio del GR-131, la vereda obliga a elevar el mentón en continua pendiente ascendente sufriendo más de un tramo de desniveles próximos al 20%. Viene al caso: el Camino de los Gracioseros de Lanzarote es peccata minuta comparado con este Tamaduste-Valverde.
Por ello, si llegaste en taxi a Tamaduste no te vuelvas loco y procede a hacer un buen calentamiento previo incluyendo un par de sobredosis de estiramientos de sóleos, biceps femorales y cuádriceps. Dicho esto, a caminar por una vereda que intercala tramos de sustratos terrosos con otros de rofe volcánico y también, en menor número y más cortos, algunos cruces de asfalto.
¿Que el aliento te lo permite? Grita al tendido «Hey! Teachers! Leave them kids alone! All in all it’s just another brick in the wall All in all you’re just another brick in the wall» porque para wall el que estás escalando, pasito ridículo a pasito ridículo, girando sobre ti de cuándo en cuándo para suspirar y chutarte la panorámica atlántica que resalta en este marasmo de naturaleza indómita.
Los últimos rayos de este atardecer de 27 de diciembre van poblando los contornos bermejos de Echedo al tiempo que a mi espalda, la Luna, como si fuera un conejo saliendo de la chistera del prestidigitador, emerge con poderío de las profundidades del Atlántico. «¿No se te estará haciendo de noche?», se iluminó el móvil, «sí, no te preocupes…mira el regalo que trae bajo el brazo», respondí adjuntando la captura.
60 minutos jadeantes dan con tus piernas maltrechas en la entrada norte de Valverde donde se adivinan los Reyes Magos parpadeantes y unos últimos metros de desnivel por superar hasta acercanos a los 600 de altura sobre el mar que tiene la ciudad herreña.
Literalmente bañado en sudor alcanzo el casco histórico de la única capital canaria que no está abrazada al mar en la que sobresale la puntiaguda y preciosa Iglesia de la Concepción. Me asomo al postigo del Juzgado, por si veo a Candela que no está a estas horas. El recuerdo de la serie me lleva a advertirme «ni se te ocurra entrar en una panadería».
Procedo al check in en el Hostal Casañas, el que fue primer alojamiento herreño, abierto desde 1969, ducha reparadora y en lugar de pan, pizza de masa madurada que amasa Cándido cándidamente sentado porque las bursas en la cadera lo tienen hablando solo. ¡Resucité!
Pizza al Horno de Cándido es take away. Sin embargo, tiene una acogedora salita de espera con mostrador y tres taburetes. Y entre que no tenía la menor prisa y que los dolores de bursas empatizan, el mío (el dolor) está en el talón izquierdo, le hice compaña y tertuliamos de lo lindo mientras devoraba La Preferida que fue la que preferí.
Acertada decisión porque Cándido me situó sobre el Camino que me tocaría afrontar al día siguiente, la vereda del emigrante herreño «es el que hacían quienes tenían que emigrar, lo que tú vas a hacer mañana, ellos para coger el barco y embarcarse a las Américas portando la maleta de madera» e historias de fareros y senderos ricos en flora. En el sitio correcto, en el momento indicado haber dado con Cándido. «Lo del mojo: del 15», sentencié por la sutil salpicadura de mojo rojo ligeramente picante que pinceló sobre la pizza tras ofrecerme la posibilidad del mejunje.
- Pizza al horno. Mapa. Todos los días de 19:00 a 22:30. Teléfono: 633 913 777
De vuelta a La Calle, que es el barrio del centro de Valverde, dos bares apuran la noche después del concierto solemne que aconteció en la Iglesia. A nosotros nos corresponde conciliar el sueño lo antes posible, piernas suspendidas en el aire a poder ser. ¡A dormir!
Vivido: Miércoles 27 de diciembre de 2023 entre las 17:00 y las 22:00.
Camino Natural de El Hierro, Etapa 1. Tamaduste-Valverde: Descarga la ruta en tu móvil.
Camino Natural El Hierro, Etapas 2 y 3: Valverde-Ermita Virgen de los Reyes-Faro de Orchilla
La diana, sin necesidad de sintonizar a los Stones, fue a las 6 am porque tocaba aplicarse una pomada preventiva en los pies, preparar la mochila con su muda y el avituallamiento (a saber: cuatro litros y medio de agua, dos litros de aquarius, un racimo de plátanos, seis huevos duros y un mix de frutos secos), soltar y estirar muy bien todo el tren inferior.
Media hora después, es decir, a las 6:30 am, me ubico en el mismo punto desde el que le di a finalizar al Wikiloc la tarde noche anterior. Si eres cafetero, este es tu único momento. Los mismos dos bares que vimos tan animados ayer están abiertos de par en par sirviendo expresos, manchaditos y algún carajillo sin café.
Desde que des la espalda a Valverde no habrá cafetería, ni tiendita, ni gasolinera que sacie tu necesidad de cafeína. De hecho, la única edificación que hallarás en 32 kilómetros de itinerario hasta la Ermita será ella misma y la cuidada puerta de entrada al Centro de Interpretación del Garoé.
Los primeros pasos son un tanto enrevesados porque la señalización del GR-131 en Valverde resulta confusa. Me endereza y mete en vereda la cuadrilla del Cabildo herreño que organiza su batida a estas horas para dejar la islita impoluta (así está de impecable).
Todavía sigue la Luna en lo alto del horizonte marcando el destino, sin embargo, su embrujo ha menguado porque al otro lado del Atlántico, a nuestra espalda, va emergiendo el sol cuyo despertar mágico nos regala la contemplación nítida y cristalina de Padre Teide (Tenerife). Sólo por esto valió la pena despertar para escuchar al gallo kikirikí.
Prohibido quedó traerse los cascos, lo único a lo que había que enchufarse era al alisio (tímido hoy), al aleteo y los graznidos de los cuervos que nos harán compañía durante prácticamente toda la travesía.
Siempre revolotean unas maripositas por el vientre al embarcarte en una aventura de este tipo solo, pero en el caso que nos ocupa desaparecieron pronto, ya en Tiñor y a las puertas del Mocanal, donde una vegetación abundante de fayal-brezal te dibuja esa sonrisa boba que se clava en el rostro cuando las endorfinas hacen acto de aparición.
«¿Cómo van las piernas?», preguntaron los chinijos y la madre en audio traducido y resumido. El recorrido está en ascenso, sí, resulta exigente, también, pero nada que ver con las paredes que escalamos ayer desde Tamaduste.
Si ayer «escalamos» de 0 a casi 600 metros de altura en 4 kilómetros, hoy tocaremos el cielo herreño a 1501 metros (la cumbre en Malpaso) en el kilómetro 20 de caminata. Coincide lo más pronunciado del desnivel que tendremos que superar en los primeros 7-8 kilometros.
[Nota: el GR-131 es exigente, hay que estar mínimamente en forma. En el caso de no estarlo, puede hacerse pero ahorrándonos el tramo Tamaduste-Garoé o incluso mejor empezarlo en La Llanía]
Agua sagrada, rayas, bosque, cencerros
A medida que ascendemos por el Camino de la Virgen vamos superando rayas que hacen de límites para el traspaso de la venerada de pueblo a pueblo. A la altura del Garoé coincidimos con rastros variados de la conocida como Ruta del Agua.
Entre ellas la cita del propio Garoé en las crónicas de la conquista: «…la vuelta del Sr. Betancurt (Jean de Bethencourt) a la isla del Hierro, la cual es pequeña y muy seca y estéril de Aguas, pero ha proveído Dios nuestro señor a esta gente un notable bien, y es que esta isla está un árbol en una hoya de una sierra, al cual los herreños (guanches) llamaban Garao sobre el cual todas las mañanas amanece una nube blanca la cual destila de sí Agua por las hojas de abajo».
A esta altura del Garoé y tras superar una breve tachuela de asfalto…ya llueve menos, el camino se allana y circundando alguna instalación de la central hidroeólica, porque El Hierro no vive solo de palabras sino que actúa para resultar autosuficiente energéticamente, nos adentramos en plena Dehesa herreña en dirección a La Llanía.
Se sigue, pues, la senda del Garoé, pero en versión energía:
«Mira por el Océano bajando entre el húmido Noto y el Poniente las islas de Canaria, reparando en aquella del Hierro especialmente, que falta de agua, la natura obrando, las aves, animales y la gente beben la que de un árbol se destila en una bien labrada y ancha pila», Alonso de Ercilla (Madrid, 1533-1594)
Verdes llanuras, zonas de cultivo separadas por bellos muros de mampostería y unos cencerros cencerrando…kilometro 10 aproximado y la primera persona con la que tropiezo, a lo lejos, va tan pausada que dudo por momentos si se dedica a acompañar a las ovejas o a espantar pájaros.
Y de repente esta escena en la que por mi cabeza ronda Tim Robbins y Morgan Freeman en Cadena Perpetua, con el antiguo banquero pidiéndole al gran Morgan que si algún día salía de la prisión recordara una localización hasta llegar a un gran árbol, único…podría haber sido éste:
Había que hacer un break y la sombra venía de cine para un avituallamiento, quitarse la chaqueta y fijarla a la cintura, embadurnarse de crema…y dos huevos duros como si fuera Chico Marx. A tres pasos de este vergel, palabras mayores: La Llanía.
A Malpaso
Salimos del entramado de veredas de La Llanía y poco a poco retomamos la pendiente ascendente, primero de manera moderada para luego apretar los dientes en algunos tramos exigentes. El bosque se mantiene pero el rofe va ganando protagonismo en la ruta…
La franja entre La Llanía y la cumbre de Malpaso se cubre en hora y media aproximada, conviene volver a abrigarse porque el viento entra en juego y no te pierdas los dancings de los cuervos a los que contemplo con las gafas de sol bien sujetas…no vayan a arrancarme los ojos. Retorno al horizonte y cámbate que asomó el Valle del Golfo.
Con el Valle del Golfo y la imponente figura de El Teide al este y el armazón de La Palma al norte, uno corona Malpaso con sed y apetito nutricional y paisajístico. David está con la gopro en el punto más alto y su madre de cuyo nombre quiero acordarme, pero no recuerdo (Cristina, me recuerda David por whatsapp horas después de publicada esta crónica), deshoja una mandarina.
Ellos no sé, pero yo tengo ganas de hablar y ya saben que hablar es lo que tiene que uno empieza y el mundo se va achicando. Tanto se encoge que David tiene colegas en Costa Teguise y Cristina por poco me da clases de INEF en Tafira. El mundo es un pañuelo, pero en Malpaso ni te cuento.
¡Qué guay es tropezar con gente guay! David me presta el palo y la gopro, «hazte un 360º», nos intercambiamos teléfonos y el joven envió el archivo. Nos despedimos, aunque nos volveríamos a ver a la mañana siguiente cuando daba mis primeros pasos, medio cojo del pie izquierdo, y en el avión de vuelta.
Se fueron, ellos, y una pareja de fineses que merodeaba cerca de flores retratando sus tallos y hojas…solo frente a este dispendio no me pregunten cómo ni mucho menos porqué, sin embargo, aquí sólo se cuentan verdades, verdades como puños, en mi cabeza sonó «me gusta jugar con mi amigo Manolito, me gusta jugar con mi amigo Joselito«. Es probable que la aparición se deba a aquella frase del autor de la canción, Pablo Carbonell, que tanto me marcó desde que apareció ante mí «los locos tienen que encontrar su lugar para no dar la lata».
La bajada al Santuario
Por mucho que ahora estés descendiendo, no vayas a creerte que todo va a ser jiji, jaja. Los kilómetros pesan y la pendiente en muchas zonas obliga a echar el freno de mano. Y ya saben, tanto sufren las articulaciones en subidas exigentes como en bajadas pronunciadas.
No obstante, las sufridas piernas pasan a un segundo o tercer plano gracias al esplendoroso recorrido que tenemos por delante: pinos, el mar en calma del sur de El Hierro, la inmensa platanera cercana al Tarancón, el atisbamiento del Faro de Orchilla…¡cuánta belleza!
Recta final hacia el Meridiano 0
Penúltimo avituallamiento en la ermita antes de proseguir la marcha que continúa en la Cueva en la que se custodió a la Virgen durante siglos hasta que se levantó el recinto religioso. El GR-131 pasa por esta cueva aledaña a la ermita, pero luego hay que volver a la misma y tomar la carretera que desciende al Faro de Orchilla.
El paseo por la carretera con forma de culebra entronca con otra franja de vereda natural, bastante rota por cierto, que hace mella en el ánimo a estas alturas. Dura poco y ya estamos en el Meridiano 0 y luego a la altura del Faro de Orchilla. 17:15 pm, 10 horas y media han pasado desde que saliéramos al alba en Valverde.
En la muda que preparamos hay un bañador y a un kilómetro del Faro se encuentra un precioso embarcadero desde el que voy a saltar al mar como buenamente pueda.
Es ahora al final del camino, con la tendencia natural a ponerse fachento, cuando las palabras de Cándido de anoche vuelven a escena: el camino del Emigrante. Desde este embarcadero, después de la paliza a pie…a las Américas en dos o tres semanas, embarcados, según soplara el viento.
Ensalitrado, con un ojo puesto en aquel pasado, veo por el otro llegar el taxi que me va a devolver a Valverde. No ha pasado tanto tiempo entre el recuerdo de lo que ve uno y la alegre actualidad que observa el otro ojo. Conviene tenerlo presente. Siempre.
Vivido: Jueves 28 de diciembre de 2023.
Camino Natural de El Hierro, etapas 2 y 3: Descarga el track en tu móvil.