Los finaos de Lanzarote constituían la expresión de respeto y recuerdo por los que murieron. La tradición empezaba en la tarde noche del Día de los Difuntos con los chinijos recorriendo las casas de sus pueblos en busca de higos porretas, castañas o lascas de queso mientras los ranchos amenizaban el momento con coplas tristes.
En los hogares prendían la palmatoria, una vela encendida toda la noche, y a su alrededor la familia escuchaba a la abuela quien con memoria prodigiosa detallaba las vidas de quienes fallecieron. La noche en vela en señal de respeto y recuerdo para mantener vivos a quienes se fueron. Este documental producido por el Ayuntamiento de Tías es una joya.
Los mayores también iban de casa en casa compartiendo el momento donde les aguardaban higos pasaos con almendras, frangollo y un buchito de anís o un trago de vino dulce. Recolectaban dinero que iba destinado a la Iglesia y al cura que acompañaba a las familias que oficiaba el camino al cementerio al día siguiente, el 1 de noviembre. Las mujeres portaban los paños de lágrimas (ánimas).
Entre los difuntos en aquellos años de enfermedades y penurias recibían un trato especial la muerte de los niños. En Bienmesabe.org recuerdan que en Teguise «hasta finales del Siglo XIX era costumbre celebrar la muerte de un niño comiendo, bebiendo y bailando, puesto que los niños no agregados a la sociedad iban al limbo, donde permanecían durante un período marginal. Los muertos adultos eran conducidos al cementerio en caja tapa; los niños iban destapados y adornados con flores». Aquellos niños que morían y a los que seguía un hermano y recibía el mismo nombre del hermano difunto.
Otro mundo, otra sociedad y sin embargo la tradición de los finaos continúa vivita y llameante en Tías y Teguise. Por muchos años más.
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