La historia de la emigración lanzaroteña hasta bien entrado el Siglo XX tuvo un sinfín de razones: la sed, el hambre, las erupciones, las crisis económicas, las sequías…En ocasiones iban de la mano varias de estas circunstancias y obligaban al «bye, bye, Lanzarote», a hacer la maleta y a emigrar.
Los flujos migratorios desde la isla de los volcanes varían en función de los siglos, aunque se iniciaron desde el Siglo XV, con la isla recién conquistada y colonizada por la Corona española. Tal y como nos remarcan los Cronistas de Teguise, Francisco Hernández Delgado y María Dolores Rodriguez Armas, recogido en Guatiza.com en su apartado sobre la emigración lanzaroteña, el señorío abusón causó la diáspora de lanzaroteños en tal número que obligó a los Señores de la isla a pedir auxilio a la Corona para que ordenara «en 1484 la prohibición de emigrar a otras islas para evitar el despoblamiento de Lanzarote».
Las primeras migraciones acontecían entre islas vecinas, Gran Canaria principalmente, pero con el paso de las centurias y de la quimera del oro en las Américas, la mayoría de conejeros optó por cruzar el charco, y no el de San Ginés precisamente sino el Océano Atlántico: Venezuela, Cuba, Uruguay e incluso Estados Unidos donde una colonia de lanzaroteños llegó a fundar ni más ni menos que San Antonio de Texas.
El último medio siglo de revolución económica en Lanzarote motivada por la irrupción turística ha dejado atrás este fenómeno y como si se tratara del reverso de un calcetín ahora somos nosotros los receptores de quienes huyen de la miseria.
Conviene, pues, no olvidar esta historia de maletas, de lanzaroteños que no sabían nadar cogiendo barcos en busca de un mejor horizonte, de tragedias en el intento, que las hubo, y también de éxitos, desde la mencionada fundación de San Antonio a fortunas cuantiosas cultivando tabaco en Venezuela por ejemplo.
Una isla sedienta
Sed, hambre, el Quinto y los Diezmos del señorío explican la primera etapa migratoria del lanzaroteño que seguirá ligado a la agricultura y la ganadería en las islas donde se establecen las principales riquezas que eran la orchilla y la sal. En una distribución de tierras en Tenerife, 1501, se apunta la arribada de gentes de Lanzarote «a los vecinos llegados de Lanzarote…».
El Nuevo Mundo, las Américas, conforma el momento álgido de la emigración lanzaroteña. Seguimos citando el trabajo de Hernández y Rodríguez «en 1560 se crea el Juzgado de la Contratación de Indias en Santa Cruz de la Palma y en 1566 aparecen los de Tenerife y Gran Canaria. A estos puertos se tenían que dirigir los barcos para registrar el cargamento y pasajeros con destino al Nuevo Mundo».
A la llamada del Nuevo Mundo concurrió una corriente de emigración clandestina de Lanzarote que embarcó con destino a la isla La Española. Hijos de Lanzarote figuran entre los primeros emigrantes a las Américas que se subían a las flotas y embarcaciones dejando atrás la incertidumbre. Aquellas travesías trajeron consigo algunas desgracias como la más cercana en el tiempo, la tragedia del Valbanera a principios de Siglo XX, el denominado Titanic canario (su hundimiento).
"Que vienen los piratas"
Otro motivo para huir de la isla provino de los continuos ataques y secuestros perpretados por piratas de toda latitud: berberiscos, ingleses, franceses…En este sentido, cabe remarcar que Lanzarote fue la isla más sufrida, llegándose a producirse centenares de secuestros: «De 1569 a 1586 – detalla Guatiza.com – más de 700 lanzaroteños entre hombres, mujeres y niños, fueron obligados a dejar esta tierra convertidos en esclavos». Solo un pequeño número de ellos, en torno al medio centenar, pudo ser rescatado tras el correspondiente transacción a los bárbaros.
La piratería conllevó a hacer la maleta y establecerse en Gran Canaria, Tenerife o nuevamente optar por el Nuevo Mundo. «La familia Sanabria, Beatriz Umpiérrez, Juan Betancort se trasladan a Panamá, Colombia, Venezuela, Las Antillas (…) José Martínez figurar entre los primeros emigrantes del Siglo XVI llegados a Costa Rica», menciona Guatiza.com.
Fuego que desencadena emigración interior
Una de las aristas más curiosas de la emigración lanzaroteña es la acaecida en la propia isla. Aquellos que vieron sus pueblos y pagos devorados por el fuego de las Erupciones de Tmanfaya, ya estamos en el Siglo XVIII, emigraron hacia el norte, Haría y otros pueblos norteños.
El panorama desolador de la tierra vomitando lava sin parar (y así durante seis años) conllevó esa anecdótica emigración interior, pero hasta un 44% de la población censada en Lanzarote en 1730 tuvo que emigrar. «La mayoría – informa Guatiza.com – llegó a Fuerteventura. Así lo reseñan los propios lanzaroteños que hablan de los beneficios recibidos en la vecina isla, como alimentos y tierras para edificar, con tanta generosidad, que los habitantes de Villaverde, eran casi todos procedentes de Lanzarote». «Otros – continúan informando – se encaminaron hacia otras islas como La Palma, La Gomera, Tenerife, Gran Canaria, el Hierro, y algunos optaron por emigrar hacia las tierras americanas: Cuba, Texas y Montevideo, y luego Venezuela, Argentina y La Florida».
Fundando ciudades: Montevideo y San Antonio de Texas
Allá que fueron y tomaron el pulso a los lugares que los recibieron, aún con la magua de la tierra abandonada. Tanto que resultaron piezas destacadas de la fundación de dos ciudades, hoy universales, como la capital de Uruguay, Montevideo, y a la que actualmente es hoy la dinámica San Antonio de Texas del Oeste Americano.
Al respecto de la primera, Francisco Hernández y María Dolores Rodriguez destacan «el papel del lanzaroteño Cayetano de Herrera, que formó parte del primer Cabildo de Montevideo». «Uno de sus hijos – prosiguen los historiadores -, el Dr. Nicolás Herrera tuvo una actuación destacadísima desempeñando diversos cargos políticos y diplomáticos».
Con relación a la ciudad estadounidense, diversas familias lanzaroteñas llegaron en caravanas tiradas por bueyes y mulas al Álamo, levantado por frailes franciscanos. Los lanzaroteños se reparten las tierras y las siembran con semillas traídas de la isla. Aquí coinciden con otros isleños, tinerfeños principalmente. Sin embargo, el primer alcalde elegido fue el lanzaroteño Juan Leal Goraz quien había liderado la expedición desde que la embarcación partió de Tenerife en su última escala canaria.
Según remarca Diario de Aviso en una pieza sobre la fundación de San Antonio «la alcaldía durante los 130 primeros años de la ciudad fueron siempre descendientes de aquellos primeros isleños fundadores y el hijo de Leal Goraz terminó siendo una figura prominente de la nueva América».
Una de cal, una de arena
Lanzarote vive unos siglos, finales del XVIII, XIX, en los que repunta su situación a través del cultivo de la barrilla y la cochinilla para caer en el ostracismo por crisis económicas, sequías o enfermedades. Y en este tránsito la emigración toca a la puerta.
Los viajes transoceánicos son constantes y estos son sólo algunos de los trasiegos más significativos de los primeros años del Siglo XIX esquematizados por Hernández y Rodríguez:
- «En 1801, el vecino de Arrecife José Morales, construye una goleta, con la que hizo un viaje con pasajeros Lanzaroteños a la Habana y a su vuelta trajo una fragata, se dice que fueron estos barcos los primeros pertenecientes al puerto del arrecife que navegaron a Indias».
- «El Ayuntamiento de Teguise en 1803, autoriza una emigración masiva hacia América, este dato lo avala el dato de la gran cantidad de comendaticias libradas por el Alcalde Mayor de la isla de Lanzarote».
- «El Puerto de Arrecife, que había iniciado una cierta importancia con el negocio de la barrilla, ve incrementada su actividad, cuando las Cortes de Cádiz lo habilitan para el comercio exterior, ello significa que las naves puedan salir directamente de este puerto para América y Europa».
- «Las facilidades para embarcarse desde Lanzarote, acentúa la emigración. En 1808 Francisco Aguilar y Leal, natural de Tenerife, pero afincado en Lanzarote embarca para el Uruguay con su familia y unos 200 Lanzaroteños que se establecieron en Maldonado».
En la desesperación el lanzaroteño pagaba por dejar atrás la miseria. Y antes, como ahora, podría verse engañado o sufrir la actitud caprichosa de un mal patrón. He aquí uno de los percances, redactados en el informe del Encargado de Negocios de su Majestad Católica en Brasil, año 1836:
«Conduciendo 575 colonos de la isla de Lanzarote, la mayor parte enfermos y de los cuales habían perecido muchos en el viaje, ya por el mal trato del capitán, ya por no caber casi en el buque, ya porque la aguada iba corrompida en vasijas sin limpiar, que habían servido para vino y aceite, y ya porque su escasa comida se reducía a harina de maíz cocida con agua del mar; y que en igual estado de miseria habían llegado dos buques más, el uno con 6oo pasajeros y el otro con 326″.
Últimas migraciones
Cinco siglos, 500 años, de continuas migraciones motivadas por las más variadas causas concluyeron (tocamos madera) en los 40-50 del Siglo XX. Hernández y Rodríguez enumeran esas últimas salidas, estas de la centuria pasada fundamentadas en la posguerra civil española y el crack económico del 29:
- «La emigración Lanzarote vivió su ultima etapa en los años de 1940 a 1950 y cuyo destino principal era Cuba, Puerto Rico, Argentina, Brasil, Uruguay Venezuela y la Costa Africana».
- «La crisis del año 1929 y la consiguiente prohibición para emigrar, origina en Lanzarote una nueva etapa de la emigración clandestina».
- «Entre los barcos de este nuevo periodo de la emigración Lanzaroteña figuran el “Andrés Cruz” que sale el 28 de Junio de 1948; el “Arroyo” el 7 de julio de 1949; el “José Morales” el 29 de septiembre de 1948; el “Saturnino C.” el 18 de octubre de 1949; y el “Miguelín”, el “ Maruca “ y el “Arlequín”».
- En 1949 varios vecinos embarcan en el buque EL MARUCA, que después de recoger unas 50 personas en Las Palmas sale hacia Dakar.
En la memoria, para siempre, el momento en el que tuvieron que dimitir y hacer el petate, una vieja maleta de madera en el mejor de los casos, y si había suerte de terminar con vida la travesía…asentarse en territorio desconocido con un océano por medio del lugar de tus raíces.
Con todas sus imperfecciones y vías de mejora, el Turismo y la nueva Lanzarote han hecho olvidar la sed, el hambre, el miedo y la incertidumbre. Sólo hace falta leer la pesadilla que vivieron.
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