El Sendero de Tremesana es una privilegiada visita guiada a las entrañas de Timanfaya. El privilegio proviene de la filosofía de la ruta, un producto del Centro de Interpretación del Parque Nacional que se oferta exclusivamente para ocho personas/excursión, cuenta con una guía que desentraña el paraje lunar y por si fuera poco…es una actividad gratuita.
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Debido a ello, la jornada de senderismo a Tremesana está tan solicitada que hay que reservar con al menos un mes de antelación. Salvo los festivos navideños (24-25-31 diciembre y 6 de enero), la ruta está disponible todos los lunes, martes, miércoles, viernes y sábados. Interrumpa la lectura, busque la fecha y reserve su butaca.
La caminata se aborda de manera pausada, a aproximadamente 1 km/h (la distancia total, 3 kilómetros, se cubre en casi 3 horas), a fuego lento, con la guía (en nuestro caso Begoña) desentrañando el escenario dantesco inmerso en medio de la vorágine: 200 kilómetros cuadrados de volcanes, cráteres, lavas, cenizas, escorias, tubos y jameos volcánicos…
Eso es precisamente lo que nos explica apoyada en un mapa ilustrativo justo antes de echar a andar. Del total de superficie arrasada por el fuego, 51 kilómetros (una cuarta parte) están protegidos en su máximo grado de conservacionismo bautizados como Parque Nacional de Timanfaya.
En los primeros pasos sobre el rofe, «rof, rof, rof, rof», suena el crujido al pisar, asoma por el norte el Valle de la Tranquilidad y las Montañas del Fuego, el centro turístico que gira alrededor del Islote de Hilario. A esta misma hora, 9:40 am, miles de personas coinciden allá arriba…
…mientras que aquí abajo somos Begoña y ocho sujetos con los ojos abiertos de par en par. Además de la retina, la boca va adquiriendo la misma pose, abierta, abobada. Cierto es, bobo te quedas: «La luna, la luna…esto es Marte».
Pocos pasos hacen falta para recordar a Milán Kundera y a aquella joya que tituló «La insoportable levedad del ser». Nos estamos dirigiendo al corazón de la gran fisura eruptiva, ahí donde terminaron derramándose ingentes vómitos de lava de los 25 volcanes que entraron en ebullición en el XVIII, y la congoja va apoderándose del caminante, desbordado y apabullado por esta vorágine de belleza.
La devastación de lo que era un granero productivo, el destrozo y la pobreza que trajeron consigo a aquellas pocas más de 7 mil almas del Lanzarote de 1730-1735, ¿quién podría imaginar que con el tiempo y al escarbar el terruño, ensayo, error, ensayo, éxito, terminara dando nuevos frutos, higos, uvas, vinos volcánicos?
En la imagen superior las higueras enraizadas en cenizas de fuego y enfrente este maremágnum de malpaises, pahoehoe y monturros de estas últimas formando espectaculares cordajes de lava. El turisteo, cómo resopla. Hoy venían de Cataluña, Galicia, Holanda y flipaban con el lugar y las explicaciones de Begoña que añadía unas notas etnográficas de incalculable valor.
Pero, ¿qué cara iban a poner cuando les explicaban que parte de las uvas e higos se ponían a secar en el pasero para aprovecharlas luego como sustancia golosona? He aquí el pasero, una obra de arte, ingenio popular top, top.
¿Qué cara poner cuando el fuego adquiere caprichosas formas? De repente Gran Canaria, luego un rostro de pez de colmillo afilado o pequeño dragón. La nueva Lanzarote contrasta, al este, con la vieja que asoma erosionada frente a la negra robustez, el rojizo llamativo o el maquillaje dorado de algunos cordajes, nudos de fuego.
El paisaje indescifrable adopta poses rocambolescas: cenizas, escorias, tubos y jameos, lagos y riadas de lava…y dice Begoña «imaginen esta riada que buscó, y encontró el mar». Y tanto que lo halló que amplió la superficie de la isla del fuego hacia el suroeste tras emulsionar con el Atlántico.
Dejamos a un lado Montaña Tremesana y al norte Montaña y Caldera Rajada. Entre Montaña Encantada y la de María Hernández se concita esta montonera, a un paso de Montaña Pedro Perico, en una vasta extensión en la que se localiza una multitud de tubos y jameos.
He aquí el penúltimo que encontramos, su bóveda superior, que acoge la burbuja volcánica…
…coincide ésta con la Cueva del Pastor, a la que nos introdujo Begoña con sigilo «cuidado con la cabeza y los piroclastos (estalactitas de fuego)», y en la que por mucho que nos esforcemos cuesta pensar en aquellos gigantes que echaban el día bajo el sol y encontraban sombra y un echadero hasta que concluyeran los días de labranza en la zona.
Volando pasaron las tres horas cuando alcanzamos la otra furgoneta (la de la excursión en inglés), hace un buen rato que nos cruzamos con esta grupeta (momento en el que las guías se intercambian las llaves de los vehículos).
Extasiados, pero serenos; dichosos y completos, aunque con ganas de más; fue la tercera ocasión, pero como si fuera la primera. Nos conjuramos, que no pase tanto tiempo para repetir. ¡Lujazo!
Vivido: Martes 10 de enero de 2023 entre las 9:30 y las 12:30.
🥾 Ruta de Tremesana:
🕛 Cada lunes, martes, miércoles, viernes y sábado de 9:30 a 12:30 aproximadamente.
📍 El punto de encuentro y regreso es la Plaza de los Remedios de Yaiza, en donde las guías les recogen y dejan antes y después del sendero.
🎟️ Participación gratuita.
Reservas: Directamente en el sitio web de la ruta del Parque Nacional. AQUÍ.
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