José Saramago se enervaba cuando se refería a Puerto del Carmen. «La Tiñosa – decía – precioso nombre…¿cómo pudo mutar a Puerto del Carmen?». La irritación templada del escritor luso continuaba, resoplido amargo incluido, con otra nomenclatura modificada cercana: «Puerto del Rosario por Puerto Cabras…», señalaba con relación al cambio de denominación de la capital majorera llevándose las manos a la cabeza.
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Dejando melancolías literarias a un lado, hay que reconocer que la transformación del viejo Varadero y su entorno, la irrupción del Fariones y la creación del actual núcleo turístico en unos años vertiginosos que marcaron a los lugareños arrinconaron la Historia de La Tiñosa y las historias de tiñoseras y tiñoseros en El Varadero…Siglos de brega con el mar para subsistir borrados de un plumazo: Puerto del Carmen.
Del mar al turismo
Tras sus sesiones de sol, playa y paseos por la avenida resulta probable que deje caer sus huesos por El Varadero, el minúsculo casco viejo de La Tiñosa. Tenga presente que no hace mucho, hasta bien entrados los 70 del siglo pasado, presentaba esta estampa…
Hoy es este amasijo de bloques y de antenas al que, por fortuna, dejaron un huequito destinado a un paseo marítimo adyacente a unas pocas vetustas edificaciones tradicionales, la Iglesia del Carmen, y el actual puerto pesquero desde donde parten a faenar las embarcaciones de la Cofradía de La Tiñosa.
Si la panorámica del mar hacia el interior no le parece lo suficientemente ilustrativa, he aquí otra desde la orilla del Varadero…
Así luce en la actualidad.
La revolución tuvo lugar en los años 70-80, época en la que Lanzarote se instaló en la fiebre desarrollista al abrigo de los planes económicos aperturistas auspiciados por el ala del Opus del Régimen Franquista una década antes, en la España de los 60.
Esto explica que un grupo de inversores decidiera levantar el primer hotel turístico de Lanzarote en medio de la nada: el Hotel Fariones. Su construcción arrancó en 1964 y se inauguró en octubre de 1967 (la historia de la histórica construcción).
Entre los promotores e inversores de lo que parecía una absoluta locura «Virgilio Suárez Almeida, ideólogo del proyecto y promotor del primer Plan Parcial Turístico de Puerto del Carmen; el arquitecto fue don Manuel Roca Suárez y le acompañaron en la aventura, a título puramente inversor, amigos (de Virgilio Suárez) como el tinerfeño don Fernando Machado del Hoyo y el madrileño don Vicente Calderón».
Antes del Fariones: tertulias con sabor a salitre, espinas y escamas
Según apuntan los historiadores José Márquez y Antonio Montelongo, «hay noticias de su existencia (del núcleo de La Tiñosa) desde principios del siglo XV, con la denominación «Tinoca», en referencia a diversos topónimos de clara ascendencia canaria que aún hoy subsisten en Canarias (Tinoca en Gran Canaria, Tiñor en el Hierro, etc.)». Desde entonces sus habitantes – continúan los historiadores – «supieron hacer frente a la supervivencia (…) luchando contra el mar en busca de su sustento y contra la tierra sedienta del interior insular».
Los tiñoseros aprovecharon la riqueza de sus aguas y sobre todo la excelencia de su puerto natural «desarrollando una importante flota de bajura dedicada a la pesca en el cercano litoral y las costas de Fuerteventura». Como apuntábamos anteriormente la Cofradía de La Tiñosa sigue faenando entre otros caladeros en el sur majorero.
Las familias que hicieron de este pequeño refugio natural su espacio vital fueron «los Rodríguez, Gopar, Montelongo, García, Eugenio, Acosta, de León, Pérez, Sicilia, Martín». La cultura del mar y la pesca se aprendían de chinijos «los más pequeños tiraban del chinchorro en las madrugadas heladas bajo el «titiriteo» constante de los cuerpos. Los marineros más aventados seguían el mismo desde el barquillo».
Las mañas del mar sirvieron a muchos tiñoseros «para enrolarse en los barcos pesqueros que desde Arrecife en los años cincuenta y sesenta partían a la zafra marinera en las cercanas costas africanas».
El viejo Varadero
La Tiñosa anterior al turismo contaba con algunos barrios característicos: «El Poril situado a naciente y Cafrecho al poniente, «Puerto Escondido» y como lugar de encuentro el Varadero al lado de la centenaria «Casa Roja»», señalan Márquez y Montelongo.
El viejo Varadero se erigía en la plaza «donde se recogía la pesca, donde se introducía en cestos para su venta en los pueblos de la isla o para intercambiar por otros productos como batatas, cebollas, tomates, etc». Socialización e intercambio, tertulias con sabor a salitre, espinas y escamas.
De aquel varadero al chispazo que lo transformó. No solo La Tiñosa sino toda Lanzarote. Los lugareños, como dejan reflejado Márquez y Montelongo, no daban crédito:
«La gente de La Tiñosa al ver construir el hotel no se lo creía, ya que desde algunos años antes existía un merendero en la zona de Las Puntas, y decían para sí mismos, que cómo iba a dar dinero el hotel si el merendero no ganaba casi nada».
Y tanto dinero que dio cambiando todo, desde el modus vivendi a las costumbres para terminar desfigurada: «La Tiñosa apareció como un ghetto rodeado de construcciones turísticas, hasta que fue engullida completamente».
Al Fariones le siguió el San Antonio y un sinfín de construcciones de complejos y apartamentos en plena fiebre de cemento, bloque y hormigón: «El último que cierre al salir», parecía escucharse cuando descansaba la Caterpillar de taladrar.
Entre finales de la década de los 80 y principios de los 90, prácticamente hasta la primera Guerra del Golfo, Puerto del Carmen creció y creció dando forma al núcleo turístico que conocemos en la actualidad que supera las 30.000 camas alojativas.
¿Y ahora qué?
Ahora de aquella pequeña aldea sobreviven sus barcos y marineros. De los riscos de Playa de la Barrilla donde se procedía a quemar el producto para obtener la sosa a duras penas resiste el nombre (más conocida como Playa Chica), entregada al turisteo…
…el Fariones ha sido reformado recientemente para seguir siendo el mejor hotel de la isla…
…y Playa Grande conforma territorio de Summer Dreams junto a su bulevard atestado de garitos de breakfast y bar clubes donde ver al Chelsea o al Liverpool mientras se despachan sangrías y jarras a espuertas.
“La Tiñosa – decía Saramago – precioso nombre…¿cómo pudo mutar a Puerto del Carmen?”. Una puerta al nuevo mundo y a dejar atrás siglos de pobreza conforma la respuesta. No solo de La Tiñosa sino de toda Lanzarote. Y el paso, gigantesco, tuvo sus efectos colaterales negativos.
Entre otros, que de aquel aroma a salitre y pescado solo permanezca el del salitre al salir del mar porque el olor a espinas y escamas se difumina por el del aceite y crema solar que se cuela entre las bocanadas de shisha suspendidas en el cielo tiñosero.
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