La Historia de Teguise descansa en los dominios de la gran aldea prehispánica. El lugar resultó elegido por los conquistadores para asentar la colonización desplegando su poder administrativo, social y religioso. Acunada por la Montaña de Guanapay, el rico patrimonio arquitectónico de la Real Villa de Teguise ha sido testigo de más de seis siglos de tránsito de Lanzarote que abarcan el señorío, las luchas intestinas frente a los piratas, la emigración y el siglo XX que abraza el turismo.
De obligada visita, tenga a mano este post cuando pasee por sus vías adoquinadas para recorrer su historia al mismo tiempo que enriquece la retina con la belleza del pueblo.
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1) La tercera ciudad de Canarias
La que acabó siendo ciudad-estado de Teguise empezó a tomar forma en 1418, algo más de tres lustros después de la conquista de Lanzarote (Julio de 1402) protagonizada por Jean de Bethencourt y Gadifer de La Salle. Fue un sobrino del primero, Maciot de Bethencourt, quien se instala en La Villa con su mujer, la princesa Teguise, hija del último rey de los majos, Guardafía.
Desde Teguise se gobierna Lanzarote y la representación cuenta con solar propio, del Cabildo, del beneficio, y de la escribanía. El enclave tomó cuerpo de ciudad colonial a mediados del siglo XV, erigiéndose en la tercera ciudad de Canarias tras Rubicón (al sur de Lanzarote, donde desembarcaron y se asentaron los conquistadores, a un puñado de metros de la orilla de la playa del Pozo de Papagayo) y Betancuria (primera capital de la vecina isla de Fuerteventura). A finales de siglo XVI se contabilizan en La Villa de Teguise 120 viviendas y 2 iglesias.
En sus primeras décadas como ciudad (todavía en el siglo XV) Teguise ve nacer la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Este será el primero de muchos enclaves de carácter religioso que se levanten en La Villa.
El actual monumento arquitectónico de Guadalupe conforma su última versión desde que se levantara la primitiva iglesia parroquial allá por el año 1445, después de haber sufrido lo suyo a lo largo de los siglos: arrasada por los piratas en el siglo XVI y víctima de un gran incendio en 1909 (más detalles sobre la Iglesia, por Álex Brito).
2) Los señores de Lanzarote
Ya incorporada a la Corona de Castilla, el Marqués de la isla, Agustín de Herrera, se instala en su Palacio edificado en el corazón de Teguise, a un centenar de metros de la Iglesia de Guadalupe.
La fisonomía urbana de La Villa mantiene el espíritu de esa primera época en la que albergó casas señoriales, conventos franciscanos y dominicos.
El prestigio resultaba el ideal de quien levantaba su casa en Teguise, de ahí su amplitud y la exquisita calidad de su arquitectura. Remarcable también la comunicación interior del entramado urbano que lograba realzar sus principales edificios religiosos.
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3) La capital de Lanzarote hasta 1798
El poder señorial de Lanzarote residía centralizado en Teguise a cuyos dominios tenía que dirigirse la población a rendir cuentas («el quinto») a los señores de la isla. La capitalidad cambia de latitudes a finales de siglo XVIII cuando la cada vez mayor importancia del puerto de Arrecife hace lógica la mudanza a la desde entonces capital lanzaroteña.
El señorío y la vieja capitalidad se mantienen en la actualidad, al menos sobre el papel, resultando el Palacio Spínola la residencia oficial del Presidente del Gobierno de Canarias en el caso de que tuviera que pernoctar en la isla de los volcanes.
4) Sangre, sudor...y piratas
La riqueza de Teguise la hizo merecedora de las apetencias de los temidos piratas berberiscos que asaltaron en más de una ocasión la capital lanzaroteña en pos de joyas y objetos preciados de los centros de poder teguiseños.
La frecuencia de los ataques obligó a levantar una fortaleza en lo alto de la Montaña de Guanapay que desde su privilegiada ubicación (un 360º perfecto a la isla y sus mares) ejercía de vigía y lugar de protección a los teguiseños (historia del Castillo).
Hubo ocasiones en las que los teguiseños se enfrentaron a los bárbaros en las calles de La Villa (la fotografía superior corresponde al conocido Callejón de la Sangre). Tal y como nos recuerda Álex Brito: «Entre 1569 y 1586, Lanzarote fue objeto de tres asaltos piráticos de los berberiscos norteafricanos que supusieron la destrucción de edificios, saqueos y el secuestro de parte de sus habitantes con el objeto de pedir rescate por ellos. En la de 1571, el Marqués de Herrera logró reunir a los vecinos y mataron a un gran número de los asaltantes en sus aledaños. Sin embargo, en la de 1586 sucedió al contrario y fueron varios los vecinos que murieron en ella».
Cuando pasee por este lateral empedrado de la Iglesia de Guadalupe que desemboca en la Gran Mareta, recuerde que en ella se vio derramada la sangre de nativos y piratas.
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5) Granero, despensa y maretas
La Vega de San José era el granero por excelencia de Teguise, cuyo centro neurálgico se adaptó como Gran Mareta para almacenar agua de las pocas lluvias que caían en Lanzarote.
La Gran Mareta mantiene su forma, pero con otro fin, el de gran plaza de La Villa, parte importante del Mercadillo teguiseño donde los artesanos del campo actual exponen sus productos. Otros espacios relacionados con el modus vivendi del pasado de Teguise es esta céntrica y coqueta edificación conocida como La Cilla.
Aquí se almacenaba el «diezmo» que la iglesia exigía a los habitantes de la isla. Seguimos citando al historiador Brito: «…las tasas señoriales no eran los únicas que debían pagar los vecinos de la isla. Prueba del enorme poder de las instituciones religiosas en el Antiguo Régimen, los ciudadanos debían aportar a éstas el diezmo. El diezmo consistía en entregar el diez por ciento de los beneficios conseguidos en la explotación de los cultivos y ganados producidos cada año. Era un gravamen basado en las Escrituras y que se creó a comienzos de la Edad Media pero que, en algunos países como España, pervivió hasta bien entrado el siglo XIX».
¿Dónde se almacenaba el «diezmo»? Brito: «Los cereales que se entregaban se conservaban en estos graneros denominados cillas. Dada su condición de capital insular, Teguise custodiaba el granero más importante, que era además de gran tamaño debido a la relevancia de Lanzarote como isla cerealística en el Antiguo Régimen».
6) Personalidades ilustres y personajes de Lanzarote
Más de 600 años después de su nacimiento como ciudad, seis siglos dan mucho de sí. Muchos hombres y mujeres ilustres que han dado talla y brío a sus calles y su monumental silueta. La saga familiar de los Spínola, muy especialmente las propulsoras del teatro en la isla, las hermanas Spínola, los escritores Leandro Perdomo y José Betancort Cabrera «Ángel Guerra», o entre otros muchos nombres ilustres el del naturalista José Clavijo y Fajardo.
A las trayectorias de los hombres y mujeres de Teguise hay que añadir el poso cultural y etnográfico de sus gentes en el arte, la cultura y las tradiciones festivas como entre otras manifestaciones las de Los Diabletes.
Hoy, la Teguise contemporánea, desde su incorporación al turismo, recibe a miles de personas que buscan en sus callejuelas, edificios, costumbres y gentes la huella indeclinable del Lanzarote del ayer.
Su cuidado patrimonio y su original estampa le han valido para erigirse en uno de los 100 pueblos más bonitos de España. Ahí sigue, regalando belleza a diario.
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