«Bienvenidos a Canarias», recita Juan Carlos Hernández Betancor El Pichón (Lanzarote, 1969) a quien acude a los 40 metros cuadrados de su tasca, el Bar La Piscina de Punta Mujeres, en pos de unos botellines, un vermut, «un manchadito descafeinado que tengo la tensión por las nubes» o una reserva para 6 pax a las 2 pm.
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Este 2023 El Pichón cumple 30 años, tres décadas que se escribe pronto y fácil, despachando guisos con sabor a Canarias y delicias del mar a la plancha en la que Mariano se desenvuelve con maestría haciendo claqué en la cocina diminuta mientras extrae saborazos a unos calderos tan anchos como altos: unos perolos cuarteleros para saciar el apetito a quien llega al Pichón tras girar visita a los vecinos Jameos del Agua, la Cueva de los Verdes y el Mirador del Río.
«A esos 30 años – rememora Juan Carlos – añádele otros seis, de 1987 a 1993, época en la que llevaba el bar con mi tío La Ranchera», al tiempo que detalla que el local era de su abuela y recuerda los fogones donde se formó: los del Castillo de San José, El Charcón de Arrieta o el propio Teleclub de Punta Mujeres.
Volveremos a los perolos y a lo que toma cuerpo en ellos cuando se destapen, sin embargo, botellín en mano, hay que situar al lector que no conoce el lugar. El Bar La Piscina está a 10 pasos, literal, de la que probablemente sea la mejor piscina natural de Punta Mujeres.
La ubicación es una pica en Flandes en toda regla y da sentido al dicho que cuelga un rincón del bar «en este establecimiento está permitido sonreír y celebrar». Ciertamente, resulta bien sencillo que se te dibuje una sonrisa boba en la comisura de tus labios que denota la felicidad absoluta que produce merodear por estos lares.
Quiso el destino que coincidiéramos con José María, maestro de escuela jubilado que fue a por su cortado descafeinado, y que nos contase cómo sus manos y las de otros pares de manos de una veintena-treintena de jóvenes de los 70 del siglo pasado dieron forma a las actuales piscinas naturales. «Y el que no podía dejaba una caja de cerveza y vino y se incorporaba desde que terminaba el trabajo – detalla muerto de risa – (…) y el Gomero (Manuel García), el padre de Evelia, la alcaldesa, guisó una cabra cuando rematamos la piscina».
«A Punta Mujeres – entra en liza el Pichón – venían las gentes del norte a veranear, a descansar con todo sembrado (papas, millo, cebollas), pero se traían el ganado, que me acuerdo yo de chinijo verlos llegar con el burro y las gallinas». «Muchacho – dispara José María al que la conversación dilata la memoria – , justo debajo de la piscina señó Antonio en una covacha ahuecaba a sus cabras».
Todo esto acontece mientras no para de venir gente pidiendo más birras y solicitando mesa, reservas que Juan Carlos canta a Ricardo que está detrás de la barra. También se acercan para pedir el teléfono a lo que el Pichón responde «allí está al lado de la fregona»…
Ahí está. Desconectado desde tiempo inmemorial, «Ricardo, dile aquí a este hombre cuántas veces sonaba el cacharro ese cada día». Y así seguirá, descolgado, forever and ever. Puedes reservar in situ y a los comensales se les atiende por riguroso orden de llegada. Si no quieres esperar preséntate a las 12:30-13:00 «y a esa hora encuentras mesa seguro».
Mariano sancochando pulpos
Volvemos a la cocina donde Mariano sancocha a fuego lento pulpos, garbanzas, una soberbia carne de cabra al estilo rabo de toro, escabecha pescado, se marca unos fideos costeros que te quitarán hasta el hipo, hace dos tortillas y da salida a dos pizarras completitas de delicias atlánticas: atún a la plancha o en tataki, pulpo frito o a la plancha, gambas, croquetas, chipirones…cuesta creer que de este estrecho pasillito que es la cocina del Pichón salga todo este arsenal al que también le puedes encargar caldo de pescado y sancocho.
¿Qué debes degustar sí o sí? El pulpo estofado con aceituna que está de vicio, «una receta de la mamá», dice Juan Carlos, algún otro guiso y el pulpo a la plancha con sus papitas arrugadas y sus mojos.
¿Qué son 30 años repartiendo felicidad? Un suspiro. Pero ahí sigue el Pichón, de embajador de las Afortunadas, «bienvenidos a Canarias», de su cocina y de sus artesanos. Buena parte de su decoración es obra de los maestros Aquilino y Juan Bonilla. Genio y figura, enclave a su imagen y semejanza, no lo duden cuando estén por el norte y visiten al Pichón.
- Dónde: C/ Virgen del Pino, 41, Punta Mujeres.
- Horario: de lunes a viernes de 12:00 a 17:00.
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