Del Mar al Río es el sendero de mediado recorrido (22,400 kms) que atraviesa de costa a costa el litoral del municipio de Teguise: del Mar de Costa Teguise (al este de la islas de los volcanes) al Río de Famara, brazo de mar que separa Lanzarote de La Graciosa (al oeste de la isla).
La amplia vereda, creada en 2022 por el Ayuntamiento de Teguise, está señalizada con unas picas de madera que portan unos pequeños brazaletes blancos y amarillos con flechas indicativas de la dirección que deben tomar los caminantes. +
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Del Mar al Río: así lo vivimos
El sendero del Mar al Río arranca en la avenida de Costa Teguise a la altura de la playa de Los Charcos, casi al final del núcleo en su vertiente norte. El casco turístico cumple en estos días de finales de 2022 medio siglo de vida y pasear por todo su frente litoral antes de que despunte el alba resulta toda una experiencia.
Las pocas almas con las que nos cruzamos en busca del kilómetro cero de la travesía se aplican en darle al trote ligero o el paseo pausado, hay quien limpia y saca brillo a las mesas donde servirán la pasta y las pizzas al mediodía, y los hay quienes después del desayuno en el buffet del hotel esperan de punta en blanco, quietos parados, como estatuas, a que el sol alce el mentón. Aquí viene.
Un buen amigo espera en el punto de inicio y sin demora echamos a andar, que se hace camino, sí, pero también, a quien madruga…el sol no le apabulla. Ténganlo en cuenta cuando se animen a hacerlo: madruguen, porque la previsión es de cinco-seis horas de caminata.
En días normales, con el alisio revoloteando por Lanzarote, al salir de Costa Teguise el viento aligerará el calor y hará lógicas las risas de los naturales de Arrecife cuando les dijeron que Río Tinto iba a levantar allí, en aquel secarral que solo producía sal, una distinguida urbanización turística. Las risas y los resoplidos incrédulos se oían en la boca del muelle capitalino.
El futuro no es lo que era. ¿Quién le iba a decir a los de Río Tinto que 50 años después el turisteo no se iba a contentar con tomar el sol bajo las palmeritas sino que demandaría la esencia de los lugares para empaparse de realidad? ¿Y que había que sugerir y dejar maqueado este sendero de exquisito ocio complementario? Todo cambia, y casi todo a mejor por mucho que se empeñen los periódicos en traficar con el descontento a cambio de clics.
Ascendemos pausada y serenamente entre tabaibas y tuneras, alguna gavia medio despistada y totalmente abandonada, y unas vistas a Tinamala y a la tímida silueta de Guatiza.
Estos primeros cinco kilómetros resultan un pelín monótonos, pero enseguida el tedio se rompe cuando se adivina Teseguite y su graciosa arquitectura desperdigada entre viejos arenados de cultivo.
Teseguite: campos de higos, cebada e higos pasados por el sol
Según nos recuerda Francisco Hernández, la aldea de Teseguite nace en el Siglo XVI y conforma el asentamiento de los africanos traídos a la isla por el Marques de Lanzarote, Agustín de Herrera, quienes al recuperar la libertad «se casaron con las hijas de los nativos». Durante siglos Teseguite se alimentó de harina de cebada, miel, manteca, higos pasados al sol y carne de cabra asada.
Hoy Teseguite es quietud absoluta y agricultura de fin de semana en el mejor de los casos. Del pasado mantiene ese aire cosmopolita, lanzaroteños, alemanes, y la Ermita de San Leandro que salía de la cueva y se juntaba con la Virgen de Las Nieves en verano, en la tradicional bajada a Teguise.
9 kilómetros de caminata y unas palmeras que ofrecen una generosa sombra en la plaza de la ermita. Agua, sí, y algunos frutos secos para retomar el sendero con brío de la aldea teseguiteña a la Montaña de Guanapay.
Subida a Guanapay: la Torre de Lanzaroto Malocello y el Castillo de Santa Bárbara
Un siglo antes de la conquista castellana arribó a la isla Lanzaroto Malocello, también conocido, versión afrancesada, como Lancelot Maloisel, cuyos descendientes reivindicaban el mérito de primer conquistador de las Canarias en lugar de Jean de Bethencourt. Según apunta Agustín Pallarés en su Historia de Lanzarote, aquel genovés Lanzaroto del que bien puede proceder el nombre de la isla, Lanzarote, «había hecho construir (un castillo) el año 1312» y su ubicación pudo estar en la base del volcán de Guanapay atendiendo a recientes descubrimientos. «En agosto de 2004 – cita Pallarés – fueron descubiertos por Agustín Pallarés Lasso en la altiplanicie de La Torre, la meseta que está adosada al volcán de Guanapay por su lado sur, un espacio de terreno que muestra señales inequívocas de haber servido de solar a un edificio de corte europeo de cierta magnitud».
Esta zona de La Torre es por la que transitamos caminito a Guanapay y a su Castillo alzado en su cúspide, mandado a construir en el Siglo XVI y que ejercía de vigía y lugar de resguardo cuando la isla era atacada por piratas berberiscos.
La panorámica es muy bestia en este primero de noviembre despejado y que desde Guanapay nos regala el desierto de Soo, su Pico Colorado, pero sobre todo el esplendor de Teguise que parece una preciosa maqueta.
Teguise, brillo y señorío
El descenso a La Villa desemboca en La Gran Mareta y a partir de ahí, adoquín, brillo y señorío, el porte de la antigua capital lanzaroteña deslumbra. La de pasos que habremos dado por su callejuelas, sus cruces y postigos, bajo sus árboles y buganvillas…y que siga produciéndonos esta sonrisa boba. Qué ver en Teguise.
Frente a este escenario, ¡qué quieren que les digamos! Pues que no caminábamos sino que flotábamos y así seguimos, flotando, hasta que afrontamos el descenso de Teguise a Famara por las laderas del Risco. En la salida noroeste de la Real Villa de Teguise, con su Ermita de San Rafael y sus caleras, prosigue la vereda en busca de la playa más salvaje de Lanzarote, allá donde se cruzan todos los caminos.
"Voy cruzando el Río, sabes que te quiero"
8 kilómetros de bajada relajada, ya decíamos que todo lo que sube…un dispendio de belleza: el Río que ya asoma inmenso, el Risco inconmensurable, La Graciosa y sus contornos amarillentos y bermejos, Montaña Clara, Alegranza…¡Qué perdición!
Cientos de surfistas con los mofletes embadurnados de crema solar, otro centenar de paseantes que contemplan presumidos sus reflejos proyectados en la orilla, chinijos libres correteando en círculo y dos bañazos imperiales, por turnos, de este par de caminantes.
La queríamos más fría, para oxigenar las piernas, pero sabíamos del agua templada de Famara que sin embargo te permite chapuzones de 20 minutos.
Del Mar al Río, 22,5 kilómetros de felicidad cocinada a fuego lento, travesía del pasado que mira al futuro, de Costa Teguise a Famara, juez y parte todos de tus andanzas.
Vivido: 1 de Noviembre de 2022 de 7:10 a 11:50 am.
🥾 Descarga la ruta del Mar al Río
🚌 Horario de guaguas de Caleta de Famara a Arrecife y Costa Teguise (líneas 20 y 31 respectivamente)
🙏 Respeta el itinerario y la señalética del sendero.
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