Montaña Roja gobierna el suroeste de Lanzarote. A pesar de su indudable belleza, parte de la kilométrica falda del volcán ha sido urbanizada por mansiones, villas y complejos hoteleros. La otra parte, la que nos dirige a Los Charcones, ha quedado a salvo de hormigón y cemento, aunque como veremos al final de la ruta el esqueleto de vías y rotondas al oeste de la cima nos recuerda que nunca se sabe con los devoradores de territorio.
Año tras año pasando delante de ella, y año tras año diciéndonos «las vistas desde ahí arriba tienen que ser la pera». Había que subir y siempre lo dejábamos…para mañana.
Pues bien, el mañana llegó un buen día de septiembre, al alba, cuando todavía dormitaba Playa Blanca, pero estaba a punto de ponerse a rugir.
El ascenso lo puedes hacer desde el lado este u oeste. Te aconsejamos la cara este, desde este punto (mapa), ya que el desnivel resulta menos acusado. La vereda se percibe claramente durante todo el sendero, que nos llevará a bordear la caldera de la montaña y descender por la cara oeste de la misma, en la zona cercana al Faro de Pechiguera.
El tiempo aproximado de caminata para alcanzar la cima, a paso tranquilo, será de unos 15-20 minutos, pero el total de la travesía de punta a punta de Montaña Roja (2,5 kms) le llevará una hora y media entre paradas para contemplar las postales, las sesiones de fotos…
Al aproximarnos a la cara oculta de Montaña Roja, a su caldera, descubrimos el efecto de su orientación, expuesta al alisio que viene del norte. Nada tienen que ver las entrañas del volcán con el perfil bermejo y resquebrajado que luce a cobijo del viento. Al contrario de lo que podía parecer, de la caldera brotan abundantes poblaciones de liquen, que por momentos nos lleva a pensar que estamos inmersos en pleno Volcán de la Corona.
En un visto y no visto ya estamos en la cumbre, a sólo 198 metros por encima del nivel del mar, a puntito de tener el Océano Atlántico a nuestros pies…
¡Una gozada! El día va despuntando maneras, pero por lo poco que asoma se adivina que va a ser un diazo de esos en Playa Blanca de los que nunca quieres que acaben.
Tras subir a oscuras, las primeras luces que alumbran La Bocaina, Lobos y Fuerteventura confirman la cita de Sapna Reddy: “Solo podemos apreciar el milagro de un amanecer si hemos esperado en la oscuridad”.
Valió la pena el madrugón para enriquecer la retina agazapado en los recovecos de la cima del volcán.
El tiempo queda detenido, como suspendido en el aire y por momentos uno puede sentirse Neo, el elegido de Matrix. Sin embargo, caer en la cuenta de que dejaste el termo de café calentito en casa te devuelve a la realidad: «De Neo nada de nada, ¡totufo!, mira que olvidar el café».
Con la inyección contemplativa en el cuerpo, retomamos la vereda en busca del punto más alto de Montaña Roja, que es este lugar perfectamente señalizado que recibe el nombre de Vértice Geodésico.
El punto de vuelta al mar, que en esta ocasión tendrá lugar por la cara oeste de la montaña, también claramente identificado el camino, viene a dar a las proximidades del Hotel Atlante, aquella mole que se levantó en 1973 y quedó en esqueleto. Se aprecia también la red de rotondas, «Isla Rotonda», la rebautizó Saramago en su día, que iba a acoger la nueva remesa de villas y construcciones que iba a levantarse…hasta que la crisis de 2008 mandó parar.
Si dejaste el coche al este de Montaña Roja te queda un paseíto para llegar a él, por la Medular de Playa Blanca (carril peatón), aledaña a la franja de costa del Faro de Pechiguera.
Vivido: Viernes 3 de Septiembre de 2021, 6:45 am-8:15 am.
Para antes o después del sendero
Estás cerquita de Los Charcones, de la cala de Calimera y del Chiringuito Tropical, por lo que unos bañazos previos a un almuerzo a base de del buen arroz de Luis Benito pueden resultar un planazo redondo.
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